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Historia de Cubulco






Cubulco, bella ciudad, rodeada de hermosas montañas, privilegiada por la naturaleza, donde se respira la paz como legado ancestral, custodiada por el emblemático Palo Volador, donde se dejan caer los hombres, colgados y sostenidos por una cuerda, boca debajo a una altura de treinta metros; como muestra de nobleza, gallardía y humildad. Primeros Pobladores: Esta era la razón por la cual habían emigrado; el jefe de familia de los K’ub’ul, ya estaba cansado de las constantes guerras a que eran sometidos por 12 el rey K’iche’ y lo que anhelaba era un lugar tranquilo, en donde su preocupación de cada día era el de cuidar y proteger a su familia y no, de ir a una guerra sin saber si volvería contar con su familia. Ese día todos los miembros de la familia hicieron un juramento, que no se moverían nunca más, en busca de otras tierras, y que esta bendita tierra sería para ellos y sus descendientes de generación en generación. Se sabe que los descendientes de la Civilización Maya, antes y después de la invasión española mantuvieron una tradición oral, la cual hace posible conocer de alguna manera las costumbres, cultura, idioma y el origen de las diferentes etnias que conformaron esta civilización, narrada desde su cosmovisión. 


Se cuenta que los habitantes del municipio de Cubulco, es decir, los aj k’ub’ul Achí -nombre moderno-, se originaron de los K’iche’ab’ (Quichés). De acuerdo a la tradición oral, una familia de los K’iche’ab’, decidió separarse totalmente de ellos y así quedar absuelta del poder del rey K’iche’. El jefe de esta familia tomó a su esposa, sus hijos y nietos, y se dirigió hacia al norte de K’iche’. Después de caminar por varios días acampó por un tiempo en una montaña alta y con mucha vegetación, debido al cansancio de sus acompañantes, especialmente de las mujeres pues la mayoría de ellas estaban embarazadas; a esta montaña la llamaron: B'elejtz'aq (que significa «nueve construcciones»). 
Estando allí, en agradecimiento por la protección recibida durante el viaje, levantó un altar e hizo una ceremonia, el mismo día que las mujeres embarazadas dieron a luz a sus hijos; por esa razón, los aj K’ub’ul y comunidades aledañas hasta hoy día, consideran a la montaña B’elejtz’aq como una montaña sagrada. 13 Después de este acontecimiento, la familia continuó su marcha hacia al norte en busca de un lugar mejor donde vivir. Luego de muchos días de caminata llegaron a un lugar donde pasa un río al que llamaron Janimá («río grande») o Kawinal («segunda familia») situado al norte del moderno municipio de Cubulco. 
El jefe de familia decidió parar allí, pues pensaba que entre K’iche’ y Kawinal había una distancia de por lo menos ocho días de camino y consideraba que estaba lo suficientemente lejos de la presencia del rey K’iche’. Comenzaron entonces la construcción formal de casas, templos, canchas para el juego de pelota y otras construcciones de piedra.


 Pasado un tiempo, se dieron cuenta que las condiciones climáticas no eran las adecuadas para continuar viviendo en ese lugar y las tierras no eran muy fértiles. El jefe de familia -que más tarde formaría la tribu de los aj K’ub’ul- decidió moverse nuevamente, esta vez con una familia más numerosa. Se dirigieron hacia el sur sobre la serranía, a un lugar que le dieron por nombre Chi Ilb’alSaq («lugar donde se mira la claridad»), al oeste de Xib’alb’a y al suroeste de la moderna Villa de Cubulco. 


Sin embargo, allí tampoco le pareció conveniente vivir, debido a que Chi Ilb’alSaq se encuentra en una colina, era el paso del viento frío de la montaña y, sobre todo, era un lugar vulnerable para cualquier ataque enemigo. No encontrando las tierras que llenaran sus expectativas, el jefe de los aj K’ub’ul regresó al noreste de la región; buscaba tierras fértiles para la siembra del maíz, frijol y ayote, y con un clima agradable, templado, pues no quería un clima tan cálido como en Kawinal, pero tampoco tan frío como en Chi Ilb’alSaq que enfermó a los miembros de su familia. Después de un día de camino, se encontraron con un río que llamaron Raqana re XukulikAb'aj; este era un lugar plano, con un clima templado, con un río de 14 aguas frescas y cristalinas que bajaban de las verdes montañas. 


Era un ambiente adecuado, de mucha paz y tranquilidad. Ese día todos los miembros de la familia hicieron un juramento: que no se moverían nunca más en busca de otras tierras, y que esa bendita tierra sería para ellos y para sus descendientes de generación en generación. Y en efecto así fue, los aj K’ub’ul se establecieron en esta tierra que posteriormente se convirtió en la Villa de Cubulco. 


Preocupado el rey K’iche’ por la deserción de este jefe familiar, envió un contingente de guerreros para controlar todos los movimientos de este grupo familiar. Temía que ellos buscaran refuerzos de los otros grupos étnicos para hacer un gran ejército y luego atacarlo. 
Estos vigilantes se establecieron al oriente de los aj K’ub’ul y como ellos se habían separado por encontrar paz y tranquilidad eran muy pacíficos. Y eso era lo que le informaban al rey K’iche,’ que no se les debía temer pues permanecían en calma, como la quietud de un lago. Pero al pasar un tiempo los guerreros vigilantes se dieron cuenta que la vida de los aj K’ub’ul era diferente a los que estaban bajo el mando del rey K’iche’, pues cultivaban sus tierras, y sus cosechas las disfrutaban al lado de sus familias y vivían sin temor de ser atacados en cualquier instante o de ser llamados para la guerra. 


Les motivó bastante esa forma de vivir que este grupo de guerreros regresó a su lugar de origen Tujalj (Sacapulas), pero sólo para ir a traer a sus esposas e hijos e iniciar una nueva comunidad en el lugar donde fueron asignados para vigilar a los aj K’ub’ul. Este contingente de guerreros que se establecieron cerca de los aj K’ub’ul, tuvieron que enfrentarse a los Poqom pues a estos últimos les pertenecía aquel territorio; pero estos 15 guerreros invadieron las tierras y sometieron a varios hombres, obligando a los Poqom a huir a las montañas altas de la Verapaz, formando los modernos Poqomchi’ y al sur dando origen a los modernos Poqomam. 


De esta manera los vigilantes se establecieron cerca de los aj K’ub’ul, fuera del dominio del rey K’iche’. Aunque estos vigilantes estaban relativamente cerca de los aj K’ub’ul, no entablaron comunicación con ellos, sino que estuvieron alertas por si los Poqomchi’ regresaban a recuperar sus tierras. Estos vigilantes Tujalj son conocidos hoy como los je Rab’in (Rabinalenses).  


En el transcurso del tiempo, las nuevas generaciones comenzaron a intercambiar mercancías entre ambas comunidades, que hasta el día de hoy se observan tanto a los je Rab’in como a los aj K’ub’ul que sostienen comunicación con fines comerciales, también por ser la vía de salida hacia el oriente y la capital, los aj K’ub’ul tienen el paso obligado por Rabinal. Sin embargo, aunque existe esta relación comercial cada quien ha guardado, su idioma, traje, tradiciones y costumbres que las hace ser únicas en su género.8 A Cubulco se le concedió el título de Villa por Acuerdo Gubernativo del 18 de abril de 1923. Según esas referencias es un asentamiento anterior a la conquista de las Verapaces. 


“Cubulco (Nima-Cubul-ajai) fue fundada el 25 de julio de 1534 por los dominicos, Bartolomé de las Casas, Pedro de Angulo y Luis de Cáncer; quienes por medio de cuentos y cantos predicaron y llevaron la idea del cristianismo católico o iglesia universal a los habitantes de Cubulco9 . También hay referencias que fue fundado por Fray Francisco Ximénez en el año de 1537; celebra su fiesta titular del 19 al 25 de julio, en honor a Santiago Apóstol. 




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